
No hay compradores para la cebolla española que, lista para recoger, espera en el campo a que alguien quiera pagar por ella. Así lo denuncian los agricultores andaluces, que hace ya unos días protestaban por los precios absurdos a los que se les estaban pagando las verduras y la diferencia con el precio posterior en tienda.
El precio de la cebolla en origen se situó de media durante el mes de abril en 0,07 euros el kilo, sin embargo, el consumidor pagó 1,29 euros.
➡️Según el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos (IPOD) elaborado por @La_COAGhttps://t.co/gwOIubIJ41
— AGROPOPULAR (@agropopular) May 6, 2020
Y es que, por mucho que la crisis del coronavirus haya reforzado el discurso sobre la importancia del consumo de productos de proximidad, parece que la realidad en los supermercados no tiene nada que ver con esa bonita teoría.
“Hace varios días ya que teníamos que haber recolectado, pero aquí no aparece nadie a comprar cebollas”, lamenta un agricultor cordobés en un vídeo difundido por la revista Mercados.
Una situación que la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) ha denunciado poniendo nombres a los responsables: Mercadona vende cebollas de Nueva Zelanda, Senegal y Dinamarca; Carrefour de Perú; y los supermercados Dia, género traído de Chile.
La cebolla de importación acapara las estanterías de los supermercados españoles, y no solo obliga a bajar los precios en origen (a 7 céntimos se están pagando, denuncian), es que ya ni siquiera hay compradores para las cebollas andaluzas.
Una auténtica ruina para los productores que llega en un momento especialmente delicado para el sector primario, que pese a ser vital para el abastecimiento durante las semanas de cuarentena, se está viendo muy afectado por la bajada de precios que, curiosamente, no repercute en el consumidor final.
“Que en las tiendas y supermercados hagan el esfuerzo de mirar el origen de las cebollas y optar por el producto español”, piden los productores.
Y aunque, según se explica en este artículo, hay más factores que están afectando al mercado y la demanda de cebolla española en Europa, sin duda el papel de la gran distribución es un elemento clave. Y también la responsabilidad del consumidor, claro.
Algo que, por cierto, sería bastante más sencillo si en el etiquetado se obligara a mostrar de forma clara y visible el origen de lo que se está comprando.
Y es que dejando a un lado el patriotismo de ciertos supermercados y sus responsables para luego apartar la bandera y comprar lo más barato -y el agricultor español que se busque la vida-, nos gustaría pensar que entre unas cebollas de Córdoba y otras traídas de la otra punta del mundo, todos optaríamos por las primeras.